Ese tipo tan loco de remate
me llena de dolor su impertinencia
¡Qué sabe el pobre! -nada de clemencia-
ni siquiera sabe tomar un mate.
Mientras se esconde -quiere, lo maltrate-
por no saber cuidar a la inocencia.
Ese tipo tan loco de remate
me llena de dolor su impertinencia.
Ya preso de su sombra el pulso late,
palpita su garganta en conferencia
y sigue -lanza dardos sin paciencia-
habrá que darle leche y chocolate.
Ese tipo tan loco de remate.
Esther Gladys Noriega.
1/8/2012
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